002:01 ·Necesidad·

Los rayos de sol que atravesaban las persianas proyectaban su luz en el aire viciado de la estancia.
Un sonido corto pero estruendoso resonó entre las sabanas y paredes de la habitación.
De entre las sabanas se incorporo su fémina figura desnuda. Buscaba con avidez el dispositivo móvil que la despertó.
Con sus ojos enterrados en el
negro perfilador corrido visiono el mensaje de texto que había entrado desvelándola tan bruscamente.
Con una sonrisa en la boca y temor en los ojos leyó el mensaje con mucha atención, tomando nota mental de los 320 caracteres que tenia escrito. No podía permitirse olvidarse de nada de lo que ponía, cada palabra era concisa, directa y clara. Con un objetivo especifico.
Cerro la tapa del teléfono y lo tiro en la cama a la vez que se tiraba para atrás.
Aun disponía de 60 minutos antes de realizar las instrucciones del mensaje.
Allí tirada en la cama, con la piel pálida desnuda y moteada con moratones, arañazos, marcas de dientes y cortes cicatrizando, pensó:

"Me ha sentado bien dormir las 10 horas; lo necesitaba. Tengo que agradecérselo, pero me molesta que no vaya a venir. ¿Porqué habrá decidido no venir? ¿Habré hecho algo mal? ¿Será algún tipo de castigo?
Si fuera un castigo no me habría mandado deberes. No lo comprendo, pero tampoco tengo que entender nada, no tengo ese derecho, no me lo merezco.
    La verdad...es mejor manera de pasarme el Sábado que la que tenia pensado. Preveo que será agotador. Por eso me dice lo del desayuno.
    No se como lo consigue, pero no dejo de pensar en el, en su mirada, en sus manos, en su piel... en su polla; su suave, gruesa y larga polla, en su sabor, su olor. ¿Porqué no ha venido? Lo quiero aquí, observándome, inquisitivamente, me encantaría tenerlo ahí, de pie ante mi, vestido con su traje y camisa de cuello alto. Mirándome como, marcada y con agujetas me masturbo para el, con anhelo, ansia, mojada de deseo, con fuerza, violándome con mi mano entera por falta de su carne, deseosa de que me llene, que me perfore, de que me dañe en lo profundo de mis entrañas con su majestuoso trozo de latente músculo, hasta que vacíe en mi su suero, como si fuera yo un suso y el la manga pastelera.
    ¡¿Porqué no estas aquí para usarme Amo?!"

Mientras lo pensaba no pudo dominar sus manos, las cuales recorrían todo su cuerpo. Pellizcaban sus dedos los rosados pezones, los lóbulos de las orejas, su blanca piel, su trasero. Estrujaba sus pequeños senos con las ganas de arrancárselos, se arañaba los glúteos con premura y rabia. Separo los labios mayores para sentir el frescor del aire de la habitación, que a comparación de su temperatura corporal que ascendía vertiginosamente, al tiempo que, con la otra mano introducía los dedos en su boca, para lamerlos de manera obscena, chuparlos como un lactante y acabar atragantándose con ellos.

"Soy puta, muy PUTA. En mayúsculas y remarcado. ¡SU PUTA!"

Frotaba su vulva con la palma de la mano, casi de manera compulsiva, la otra; con la saliva aun adherida a ella, separo los labios de manera habilidosa y la que antes había estado frotando las turgentes prominencias se levanto en el aire y silbando aterrizo golpeando su inflamado clítoris a causa de la excitación.
Uno tras otro, los golpes, seguidos de gemidos y espasmos aumentaban. Su casi translúcida piel adquirió un tono encarnado en las mejillas, los rosas labios de su boca ahora parecían teñidos con carmín, el sudor perlaba su canalillo.
Tras unos involuntarios movimientos se detuvo. Su respiración entrecortada indicaba que acababa de alcanzar el clímax.

"No me lo merezco, ha estado mal. Puta zorra, eres una cerda traidora. ¡No, así no!"

Mientras pensaba esto se blandía bofetadas en la cara, sin compasión y con ira.
Después de 5 o 6 golpes y sin dejar de frotarse entera; los muslos, su duro trasero, arañándose el costillar, agarrando, apretando y juntando los pechos duros e inflados; escupió al aire, verticalmente, haciendo que su propio fluido le cayera en la cara.

"Úsame MI señor, existo solo para tu uso y disfrute. Solo para ti. Seré lo que desees, ¿Porqué no me usas? ¿Porqué no me posees? ¿Acaso no soy valida, no soy fiel, no soy sumisa?
    Quisiera tenerte enfrente, decirte lo mucho que te necesito, lo que deseo ser tu objeto, lo que anhelo ser tu juguete. Maltrátame, escúpeme, insúltame, fuérzame, haz lo que te venga en gana, pero hazme saber que soy tuya; de la forma que quieras, pero pertenecerte es mi deseo"


Ya no estaba en si; las ganas, el éxtasis y la fantasía la dominaron.
Cambio de postura sin dejar de manosearse de arriba a bajo; roto, colocando su cabeza en dirección a los pies de la cama, colocando las piernas en alto, apoyó su cadera y una porción de la parte baja de su espalda contra la pared; así, además de poder verse, le resultaba mas excitante y cómodo explorar su interior húmedo.

"Fíjate MI Amo, estoy empapada por ti, por tu ausencia, por tu desprecio y abandono. Fíjate, Amo mío, lo mucho que te necesito, tanto que me mojo en mi."

Lo que pensaba no era mentira. Estaba tan excitada que su flujo se le derramaba y formaba un hilo sinuoso que descendía por el monte de venus de su pubis hacia su ombligo.
Le excitaba mirar, tanto a si misma como a otros. Mientras se magreaba las erguidas y abultadas mamas, volvió a esputar; primero sobre su sexo y después al aire para que terminara en su rostro. Estaba fuera se si, y le encantaba; cada vez que sentía la humedad sobre ella, esa “suciedad” en su piel, su libido subía.
Mientras con su mano derecha se arañaba el interior del muslo, introdujo la izquierda entera en la boca, hasta que pudo tocar la campanilla y empujarla con fuerza hasta el fondo. Las lagrimas empezaron a aparecer en sus ojos, lagrimas de esfuerzo, de trabajo, de deseo por más; más profundo, más grande, más violento, más obsceno y sucio.
Introdujo suave y lentamente el dedo corazón en el húmedo, jugoso, rosado y vicioso vestíbulo de placeres, adentrándose, lentamente, en su vagina al tiempo que sus pulmones expulsaban el aire al compás de la penetración, provocando el sonido de un excitante, cohibido y sexy gemido.

            “Gracias, gracias por haberme permitido contemplar tu cuerpo, sentir tu piel, percibir tu olor. Gracias por permitirme la posibilidad de imaginarte; dentro, tan profundamente como mi consciencia.”

Mientras lo pensaba tenia un dedo en la boca, un dedo que jugaba con su lengua a ver cual podía agarrar al otro.
Abrió los ojos y se recreo con la visión de sus falanges entrando y saliendo de sus entrañas.
Y otro gemido salto de su garganta, este más agudo, mas sonoro que provoco la grácil reacción de poner su rostro de porcelana al rojo.

Intercambio manos. Extrajo, lentamente y apretando todos los anillos musculares el dedo de su interior, mientras este, se retorcía palpando todas las irregularidades de las mojadas paredes de su interior.
Ya fuera, froto el sensible apéndice, reabrió los labios e introdujo la otra mano en su interior.
Primero un par de dedos, y si, en seco, arrastrando la carne con ellos. Con la otra volvió a frotar su clítoris, a lo cual, tras varias inserciones y añadir otro dedo al baile gozoso al que se entregaba, lo agarro entre el índice y el pulgar, apretó con todas sus fuerzas, las mismas con las que reprimía el grito de dolor y lo retorció al tiempo que penetro con sus dedos hasta que los nudillos marcaron el limite. El dolor se convirtió placer, y empezó a gemir sin control, rítmicamente, a voz en grito, poseída por el goce del sentir y el ver lo que se hacia a si misma.

            “Espero ordenes Mi señor; ¿qué deseas hacerme? ¿cuán sucia quieres que sea? ¿qué quieres que sea; animal, monja, puta o simplemente objeto?
            Dime Amo, ¿que me hago?”

Con la misma escupió sobre su vulva abierta, sacaba, metía y retorcía los dedos en ella.
No puede mas, esta a las puertas y no llega, pone el empeño y no obtiene resultados.

            “¿Así te gusta? ¿Te gusta húmedo? ¿Mojado? Yo se que si, que te deleitas con mi fuente, se que me quieres empapada, que te gusta mi sabor. ¿Quieres probar? ¿O aun no es suficiente?”

Acompaño a sus fluidos con mas saliva lanzada con pericia y rabia desde sus carnosos labios, se azoto repetidas veces sobre el castigado, escupido y rosado clítoris.
La dilatación era evidente, el resbaladizo orificio había ampliado su diámetro a causa de las múltiples atenciones prestadas. Aventuro su mano libre junto con la otra y comprobó que su cuerpo, caliente y perverso admitía el dedo índice que introducía y abría más sus interiores.

            “Si! Más! O señor; tómame ahora, úsame sin contemplación, revuélveme las entrañas como solo tu sabes hacerlo. Como bien sabes que me gusta.”

Retiró el dedo recién introducido, solo, para permitir la entrada de su otra mano; poco a poco, lenta y gozosamente, mientras saboreaba su viscoso jugo impregnado en el dedo, el cual retorcía en su boca y paseaba por sus labios al tiempo que, con sonrisa perversa, terminaba de introducir su pulgar en el interior del horno de carne.
Se retorcía en la cama, de un lado para otro; con la espalda arqueada, delineador corrido por las lagrimas, saliva y flujo por la cara hasta que un estruendoso grito, un golpe y una cara de dolor intenso dio paso al mas absoluto silencio.

Así, la estancia atravesada por una multitud de rayos de luz, condensados en el asfixiante aroma a sexo dejaba la pictórica escena de unas paredes sudadas, una mujer exhausta, mojada y a medio caer de una cama revuelta.

Y de fondo, tras el silencio, en el mutismo del instante, solo se oía latir un corazón, un corazón que retomaba ritmo; un ritmo de necesidad.

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